21 mayo 2012

Hollande: ¿un tiempo nuevo?

Juan Antonio Barrio de Penagos

El clamor por una política de inversión, crecimiento y empleo parece haber llegado hasta Ángela Merkel por fin. Ya antes del triunfo de Hollande, se declaró a favor de una “Agenda del Crecimiento”, con un papel mayor del BEI (Banco Europeo de Inversiones).

Pero es la victoria de Hollande la que puede hacer que esto no quede en simples buenos deseos, o en jaculatorias para ocultar la política suicida (Krugman dixit) del “todo austeridad”.

Dada su importancia, debería analizarse con cuidado lo que significa la nueva situación francesa. Antes que nada, la posible implosión del principal partido de la derecha francesa, la UMP. La deriva de Sarkosy –creciente entre las dos vueltas- hacia las posiciones de la extrema derecha puede tener consecuencias gravísimas. En primer lugar parece haber contribuido a la banalización – a la “desdiabolización”- del FN de Marine Le Pen, que incluso parece dispuesta a cambiarle el nombre al partido para hacerlo aún más “aceptable”. Este partido ha sido impulsado por un voto de protesta más fuerte en zonas rurales y periurbanas, que en zonas urbanas (por ejemplo, su voto en París está muy por debajo de la media). Aunque algo suavizado por la hija de Le Pen, sigue siendo un partido de posiciones xenófobas y racistas. Lo malo, es que de cara a las legislativas, algunos del partido de Sarkozy pueden extremar sus posiciones favorables al pacto con ese partido y otros todo lo contrario. Y lo peor es que la fuerza del FN en las presidenciales (17,90% de voto) podría permitir, si se repitieran los resultados, la presencia masiva de candidatos de ese partido en la segunda vuelta (hasta en 359 circunscripciones). Si esto condujera a triangulares (derecha, izquierda y extrema derecha) la mayor parte de esas circunscripciones (47 sobre 79 en 2007) serían probablemente para la izquierda, lo que podría reforzar la tendencia a la ruptura interna de la derecha.

No hay que olvidar, sin embargo, que hay un poso de protesta socioeconómica (el FN fue la primera fuerza en el voto de obraros no cualificados) al que hay que dar respuesta, si se quiere reducir la fuerza populista de ese partido. Es decir, no se trata sólo de extremismo racista y xenófobo, entenderlo así sería un error.

Otro factor de importancia a considerar es el encaje de otras posiciones de izquierda junto al ganador PS. Y muy preferentemente el Frente de Izquierda de Jean Luc Melenchon. Algunos acuerdos previos para la primera vuelta (con apoyo a candidatos comunes en algunas circunscripciones) podrían facilitar los tradicionales desistimientos a favor del candidato más votado en el resto de circunscripciones para la segunda vuelta.

Todo esto no es sólo política interna de Francia; es junto a la fragmentación parlamentaria resultante de las elecciones griegas, a las elecciones anticipadas en Holanda y a las elecciones generales alemanas de 2013, política europea. Y quizás una primera respuesta al gran debate: ¿se puede confrontar a los mercados con una posición europea conjunta?, ¿se puede forzar una política de suavización de la austeridad e impulso del crecimiento a escala europea?, ¿o es ya demasiado tarde y la suma de la inflexibilidad de Merkel y el chantaje de los mercados harán inviable cualquier cambio digno de tal nombre? La respuesta no es una cuestión teórica: afecta como mínimo a cientos de millones de europeos.
Publicado en El Siglo